Era el dios del fuego y el Señor del Año en la mitología azteca. Era el gobernador del quinto sol y por tanto del mundo actual. Vivía en Mictlan (el inframundo) y en su función funeraria se encargaba de guiar a las almas de los muertos.
Se le asociaba con la Estrella Polar ya que todas las estrellas se movían en torno a ella, mientras que esta permanecía quieta. Se consideraba que era el controlador del tiempo y de los calendarios y que sostenía el mundo con un pilar de fuego. Cuando los dos calendarios aztecas finalizaban el mismo día, lo cual ocurría cada 52 años, se hacía una fiesta en su honor llamada la Ceremonia del Nuevo Fuego.
Se le representaba acompañado de la serpiente de fuego Xiuhcoatl y con un brasero en la cabeza.