Era el dios de los rebaños, la fertilidad, los bosques y la vida salvaje en la mitología griega. Se le atribuyen varios padres y madres, por ejemplo Cronos y Rea, Zeus e Hibris o Hermes y Calipso. Tuvo amoríos con multitud de ninfas como Eco con la cual engendró a
Iinge y Yambe, con Eufeme tuvo a Croto, con Afrodita a Priapo, con Ega a
Epigan y con Simaethis a Acis.
Se encargaba de proteger los rebaños y a los pastores, y ayudaba en la caza. Poseía un apetito sexual desenfrenado el cual le hacía perseguir incansablemente a las ninfas y los muchachos, cuando no conseguía satisfecir su deseo sexual se masturbaba. Su otro divertimento era causar el pánico a los viajeros que pasaban por bosques y montañas.
En su mito más famoso, la ninfa Siringe le rechazó, pero este siguió persiguiéndola hasta que cuando estaba a punto de atraparla se convirtió en una caña, con esta caña el dios construyó la flauta a la cual se le llamaba Siringa en honor a la ninfa.
Se le representaba con la mitad superior del cuerpo de humano con
cuernos y la mitad inferior de macho cabrío y portando la siringa, una
especie de flauta que utilizaban los pastores.