Es el dios de la pobreza en la mitología japonesa. Su veneración es muy especial ya que se hacen rituales para deshacerse de él o mandarlo lejos, lo cual escenifica un alejamiento de la pobreza para quienes hacen estas ceremonias. Se le considera un dios que atrae la miseria y la pobreza con lo que no se le considera un dios deseable.
En las leyendas japonesas se cuentan varias historias de visitantes acogidos que resultaron ser el dios llevando la desgracia y la mala suerte a la casa donde lo acogieron, se considera que se le puede ahuyentar haciendo miso al horno (un tipo de pasta fermentada japonesa) dentro de la casa donde se cree que habita.