Era la diosa o personificación del destino, de la necesidad, la inevitabilidad, la ineludibilidad y la compulsión en la mitología griega. Era madre de las moiras, de Éter, Caos y Erebo. Se le consideraba la contraparte de Cronos y en algunas ocasiones se le consideraba hija de éste. Estaba fuera del alcance de todo el resto de dioses, representando la fuerza del destino y guiando la rotación de los cielos.
Surgió al principio del mundo creándose a sí misma y en el mismo tiempo que Cronos. Era un ser étereo cuyos brazos abrazaban todo el mundo. Junto a Cronos rodeó al huevo primigenio y debido a la constricción de éste formaron las partes constituyentes del mundo ordenado, la tierra, el cielo y el mar. Se le adoraba principalmente en la tradición órfica.