Es el dios supremo y creador en la mitología del pueblo Lotuko de Sudán. Era un dios benevolente a pesar de lo cual se le tenían que hacer sacrificios y oraciones para mantenerlo contento. En el mito sobre el origen de la muerte se cuenta que el padre y la madre de un niño fallecido se pelearon, la madre rogó a Ajok traerlo de vuelta, el marido no estaba de acuerdo y cuando Ajok lo devolvió a la vida el padre lo mató. Ajok dijo que jamás volvería a resucitar a nadie por lo que la muerte fue permanente a partir de ese día.