Daramulum

Es el dios del cielo en las mitologías de los pueblos aborigenes australianos Wiradyuri y Kamilaroi. Era el hijo de Baiame. Era el intermediario entre los hombres y su padre. Estaba asociado a la luna y se decía que los curanderos obtenían sus poderes a través de su poder. Su nombre significaba una pierna.

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Kunapipi

Es la diosa madre en la mitología de algunas tribus aborígenes australianas del norte. Viajó por todo el mundo con un grupo de héroes y heroínas, después de lo cual en el período ancestral dio a luz a los hombres y mujeres además del resto de especies de la naturaleza. En la actualidad en un ser espiritual sin ninguna ocupación.

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Baiame

Es el dios del cielo en la mitología del pueblo aborigen australiano Kamilaroi. Era esposo de Birrahgnooloo y de Cunnembeillee. Es el padre de Daramulun. Se decía que el mundo estaba apoyado sobre unos grandes cristales que a su vez se apoyaban sobre los hombros de este Dios. Él enviaba la lluvia y su esposa Birrahgnooloo enviaba las inundaciones. Se cree que el está dormido y que cuando despierte destruirá el mundo. Era dueño de la vida y la muerte.

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Bagadjimbiri

Son los dioses creadores del mundo en la mitología aborigen australiana. Pertenecen a la mitología del pueblo Karadjeri del noroeste australiano. 

Crecieron del suelo en la forma de dingos cuando no había nada. Ellos crearon los abrevaderos y los genitales para las primeras personas que carecían de ellos, los cuales hicieron a partir de hongos y setas, y además instituyeron la circuncisión. Los dos hermanos fueron asesinados cuando se metieron en una pelea contra Ngariman un hombre-gato y su tribu al que molestaron con sus risas, por entonces habían adquirido la forma de gigantes que llegaban hasta el cielo. Su madre Dilga, la diosa de la tierra, debido a su rabia hizo que su leche fluyese hasta el lugar del asesinato reviviendo a las víctimas y ahogando a sus asesinos. Al cabo de un tiempo sus cuerpos se convirtieron en serpientes de agua y sus espíritus se elevaron al cielo en forma de nubes.

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Eingana

Es la diosa creadora del mundo en la mitología aborigen australiana. Es la creadora del mundo, del agua, de la tierra, los animales y los canguros. Tenía forma de serpiente pero al no tener vagina su descendencia creció dentro de ella y la diosa se hinchó. Eingana comenzó a rodar debido al dolor de su embarazo y el dios Barraiya para aliviar su dolor la atravesó cerca del ano y por allí pudo dar a luz a todas las criaturas del mundo. A su vez también es la diosa madre de la muerte ya que está unida a cada criatura por un tendón de vida que cuando lo suelta produce el final de esa vida.

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Marama

Es la diosa de la luna en la mitología del pueblo maorí de Nueva Zelanda. Se decía que se perdía una vez al mes durante varias horas y que regresaba de nuevo renovada después de bañarse en el agua de la vida. Se encargaba de no permitir que los hombres vuelvan a la vida después de la muerte ya que eso solo está reservado para ella. En otras mitologías polinesias es un dios que se enamoró de Ina, la diosa de la luz y que se casó con ella, aunque apenas coincide ya que su mujer solo aparece durante el día.

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Wandjina o Wondjina

Son los espíritus de la lluvia y los dioses creadores en la mitología aborigen australiana. Estos dioses crearon una humanidad pero la destruyeron mediante un diluvio debido al mal comportamiento de los seres que habían creado. Después de destruir esta civilización crearon una nueva raza de humanos y satisfechos con su obra se volvieron invisibles y comenzaron a vivir en los pozos de agua. Controlan el clima y aún se presentan a los humanos en la forma de humanos o aves. 

El nombre del principal Wandjina es Wallungunder y de él se dice que vino desde la Vía Láctea durante la edad del sueño, creó el mundo y volvió a la Vía Láctea para traer más Wandjina que junto a él y a la Serpiente Eingana enseñaron a las personas a ser semejantes a los dioses y a adorar a estos. 

Son representados de forma antropomórfica con una cara huesuda, ojos enormes y sin boca y en algunas ocasiones sin extremidades, se dice que si tuviesen boca llovería todo el tiempo en la Tierra.

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